martes, 3 de septiembre de 2013

La casa de los abuelos

Poco a poco la casa de los abuelos (maternos) se ha ido vaciando. Me siento en la sala, también, vacía de fotos y artículos antiguos y cierro los ojos. Estoy ahí. Está la consola, los discos de acetato de los tríos que hicieron posible el romance de mis abuelos Luisa y Saúl. 
En la pared cuelga la fotografía más grande, en blanco y negro, es mi bisabuela 'Panchita', mamá de Saúl, rodeada de sus nietos, ahí no aparece mi mamá, ella ya no la conoció. También están las imágenes de todos mis tíos, Joel, Chucho, Daniel, Sara, Amelia, Elena e Hilda, mi madre.  Diferentes épocas, enmarcadas con las sonrisas más cálidas, algunas todavía alcanzaron el color. La imagen de Elda es la más bonita, es una pequeña de 4 años, con cabello bonito y vestido impecable, ella también corrió por los pasillos de esa vieja casa de teja, es hermana de todos ellos, pero se quedó niña, un día, jugando, cerró sus ojitos para siempre al caer de una silla. Todos le llamamos la tía 'Eldita'. 
La mecedora se está meciendo. La mecedora de Saúl, él sobre ella, sonriendo. Nos ha visto ya, a sus nietas más pequeñas merodear. Daniela y yo. Se levanta y se dirige al ropero, donde tiene el tesoro guardado en frascos de cristal. Son dulces, siempre tiene, siempre hay para nosotras. Luisa dice que nos consiente mucho. 
Ahí, en el centro de la sala el viejo reloj de manecillas y números romanos sigue con su 'tic-tac', no para, sólo se atora, a veces. 
En la cocina, Hilda, Elena, Amelia y Sara 'carcajean', mientras toman rompope. Daniel, Chucho y Joel prefieren algo más fuerte, que 'raspe' la garganta. Huele a hogar, huele a familia, a nietos corriendo por el taller de los tíos. A los nietos jóvenes, que en algún rincón de la casa, se secretean sobre su 'primer amor'.  'Duque' es el perro más querido, es de mi tío Daniel, pero todos lo adoramos, nos conoce y nos mueve la colita. Su pelaje negro y brillante le hacen honor a su nombre elegante. 
Pero todos esos recuerdos ahora sólo son eso, recuerdos. Los abuelos, Luisa y Saúl, murieron hace 11 años, a los 92. Saúl se fue en abril, unos días antes de mi cumpleaños número 16, Luisa lo alcanzó 6 meses después. El tío Chucho tampoco está con nosotros ya desde hace un par de años y Joel también se ha ido hace apenas unos días. Deben estar juntos. Juntos con uno de los nietos, el más travieso, al que se le pintaban las 'chapitas' como a Saúl, el que corría por toda la casa e inventaba cosas en el cuarto de triques. Horacio, hijo de Hilda, ya de joven, partió tras un accidente automovilístico. 
Ahora que queda sólo la tía Elena en la casa de los abuelos, los ecos de los recuerdos suenan con más intensidad!
Abro mis ojos y sólo quedan un par de retratos, no sé a donde fue la mecedora, ni la consola, ni los perfumes de Luisa. Veo caras nuevas, niños corriendo por toda la casa. La familia está reunida. Es el velorio de Joel.